martes, 28 de octubre de 2008

¿Qué es la Constituyente Social y para qué sirve?

La estructura de “lo legal” de un país se da en la puja entre los sectores de poder (agrarios, industriales, mediáticos) de una sociedad. De estos procesos nacen las constituciones nacionales y las expresiones políticas dominantes. La Argentina actualmente tiene una Constitución que expresa el avance neoliberal de la década menemista y sus posteriores ajustes aliancistas, dualdistas y kirchneristas. Esta nueva legalidad expresó (y aún lo hace) un modelo de sociedad de explotación, flexibilización, precarización laboral, exclusión y marginalidad social, entrega de los recursos naturales y opresión del pueblo. Como resultado de esto en la Argentina un tercio de la población concentra la riqueza mientras que el grueso queda condenado a la pobreza y marginalidad ya que la exclusión económica se expresa, a su vez, como exclusión sociocultural y política.

El proyecto de una Constituyente Social no se queda solo en discutir sobre la legalidad vigente sino que apunta a crear un nuevo espacio político que pueda pensar en un modelo de país diferente sabiendo que este profundo cambio no puede estar dado por las mismas lógicas que impulsaron el modelo neoliberal y su imposición: es por eso que busca contactar y articular a las miles de organizaciones que, desde el campo popular se organizan en la lucha por una verdadera distribución de la riqueza, soberanía alimentaria, cultural, energética y en defensa del usufructo de nuestro recursos naturales. Disputando con la estructura misma del modelo económico-social de la actualidad ya que se construye como un proceso de debate y acción que apunta a crear en verdadero consenso social como base de este nuevo modelo.

El debate no excluye tema alguno porque es desde las prioridades reales de los movimientos sociales que se puede dar contenido a las consignas más amplias. Discutir aquellos puntos nos obliga a pensar en una reforma agraria integral, la propiedad de la tierra, el cuidado del medio ambiente, la industrialización del país, la generación de trabajo genuino y la promoción de la cultura popular y la disputa por la producción de conocimiento en el campo educativo.

Este camino no puede pensarse por fuera de los demás procesos de cambio originados en los últimos tiempos en países hermanos de Nuestra América (Bolivia, Ecuador y Venezuela entre otros procesos interesantes). En síntesis, necesitamos construir capacidad, atributos y unidad para poder aportar a un nuevo movimiento histórico que definitivamente conquiste la equidad, la justicia y la felicidad para las mayorías históricamente postergadas en nuestra Patria.